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viernes, 30 de julio de 2010

CLOTILDE, SU ANIVERSARIO. 100 AÑOS DE VIDA.

Eva entrevista a su bisabuela y yo Fernando observo esa entrevista y hago las valoraciones que saco, no solamente del lenguaje verbal si no también del expresivo, provocado por los sentimientos y el experimental que se nos da a lo largo de la vida. Y así, componemos entre los dos, su biografía.

Clotilde Vázquez Sánchez nació en Tordesilos el 3 de junio de 1910, su padre se llamaba Gregorio Vázquez Cortés era minero y a la vez trabaja la tierra ayudando con el padre de Basilisa (abuelo de Juan Roñas). Su madre Paula Sánchez Martínez ayudaba a Gregorio en la tierra y cuidaba de sus hijos, aunque solo Clotilde fue la que llegó a edad adulta, y a poder ayudar en la casa a la familia.

Clotilde, nos cuenta que ya de muy niña quizás sobre los cinco años, la dejaron sus padres encerrada en casa, porque tenían que recolectar la cosecha y no tenían con quien dejarla. Sus padres sentían temor también de dejarla sola a su albedrio por la calle, sin tutela; pero en aquellos tiempos, en algunas ocasiones, se recurría a esto. La Umbelina y otras niñas le consolaban desde la puerta, si bien al final le invitaron a que intentara escaparse para salir a jugar con ellas, Clotilde se resistía al principio pero al final accedió e intento abrir el cerrojo de la puerta de abajo. Quedando la puerta de arriba cerrada con llave se abrió la de abajo dado que no ajustaba bien y se fue con las amigas. Por la noche su padre al regresar y preguntarle que porque se había escapado, Clotilde respondió: “padre si no me dejas encerrada, te traeré agua y ayudaré”. Su padre reflexiono y le dijo: “a partir de mañana tu serás el ama de la casa, te guardarás que no entre nadie, y ayudarás como dices”. Clotilde junto con sus amigas iba a por agua al pozo nuevo de la Plaza, sacaban medios calderos y un viaje para una y otro viaje para la otra, y cada una por separado procuraban barrer la casa. Se sentía útil e importante, era la dueña.
La respuesta que dio Clotilde a su padre y su posterior cumplimiento, demuestra que desde muy chica ya dio muestras de inteligencia, madurez y responsabilidad, cualidades que mantuvo de por vida, ganándose la admiración de sus padres y de las demás personas de su alrededor.

Comenzó el colegio a la edad de seis años hasta que cumplió los doce, que era lo reglamentario de la época, le enseñaban a leer, a escribir, las cuatro reglas y por las tardes se entrenaban cosiendo.

Involucrándose al mismo tiempo en ayudar cada vez más a sus padres ya no solo haciendo todas las cosas de casa sino llevando la comida al campo y ayudándoles a recoger la cosecha. A su padre le fallaban las fuerzas por que padecía bronquitis y deficiencia respiratoria, por eso Clotilde se esforzaba mucho acudiendo en su ayuda. Un día trabajando en la mina su encargado sintiéndolo mucho le dijo que no estaba en condiciones de trabajar porque con el polvo del mineral su vida peligraba y que tenía que dejarlo. Gregorio muy desolado llegó a casa porque además de la desgracia de sufrir enfermedad, tenía una pena mayor que era su incapacidad para desarrollar cualquier trabajo y la condena al ser cada día menos capaz de ayudar a la familia, ya que entonces no había pensión de invalidez.

Clotilde se entregaba cada vez más en ayudar para evitar que su padre se esforzara, la enfermedad avanzaba y su padre falleció en el año 1921, cuando Clotilde contaba con solo 11 años de edad. Con lo cual ese año tuvieron que recoger entre Clotilde y su madre la cosecha. Mientras su madre segaba Clotilde acarreaba con el mulo los haces a la era, que por cierto tenían que ayudarle a descargar. Por aquel entonces Clotilde se puso a servir en casa del tío Royo que necesitaba ayuda y también allí era acarreadora. Su madre viendo que ninguna de las dos iba a empuñar la esteva para cultivar las tierras las arrendó. Y ellas dos criando animales y como pudieron pasaron cuatro años.

En 1925 Paula, su madre, contrajo segundas nupcias con Florentino Sánchez Sánchez. La entrada de unos brazos fuertes en la casa hizo no solo que las tierras del nuevo matrimonio se cultivaran, sino que también pelearon con su rebaño de ovejas, entrando unos años de prosperidad y así Clotilde pudo disfrutar seis años en su juventud.

Aquí le cuenta Clotilde a Eva que bailaban con música de cuerda en la Plaza y si hacia frío o llovía en la Lonja. Había baile algunos domingos y los días de fiesta, normalmente por las tardes por que al hacerse de noche tenían que acudir todas las jóvenes a casa. Para Semana Santa no hacían baile, aunque sí que se divertían los chicos y las chicas jugando a los juegos de la época.

Cuando se le pregunto que qué era lo que más le gustaba de las fiestas patronales dijo que la misa, por la solemnidad con que la decían y las procesiones que daba gusto el verlas. Para el día de la Virgen el ayuntamiento daba confites, torta, cañamones, vino y pan. El baile era en la plaza y mientras, algunos mayores jugaban al bingo. Por la noche el día de San Roque, a la puerta de la Iglesia, le cantaban muy devotamente al Santo y se lo pasaban muy bien riéndose y cantando. La que se consideraba entonces la fiesta más grande era la de San Antonio, porque podían disfrutarla más, dado que en esas fechas no les apremiaban las tareas. Y también le cantaban a San Antonio por la noche en la puerta.

Clotilde se casó en 1931 con Marcial Sánchez y recuerda que se fueron de viaje de novios a Teruel, cosa poco corriente entonces dado que no se disfrutaban ni las vacaciones, ni era habitual hacer viajes de ocio.

Recuerda que en las bodas, después de la misa marchaban al ayuntamiento a firmar los papeles y allí les invitaban a un clarete. La rondalla que les esperaba en la Plaza marcaba el principio de la juerga de las jotas y la música de cuerda que recorrían las calles hasta llegar al Bolo. Una vez allí bailaban, repartían cacahuetes y caramelos, y los invitados que habían preparado alguna poesía, era el momento de recitarla. Después de la ronda a comer. Por la tarde había baile. El día de la tornaboda a lavar a los novios a la balsa y después al chocolate. Las bodas eran un momento de alegría y de diversión.

Ella nos cuenta que a su marido le gustaba mucho tocar la guitarra que le enseñó Gregorio el Cojo a tocarla, y le encantaban las rondallas, y que estas eran frecuentes y divertidas.

Sus primeros años de casada fue muy feliz y no tardó en tener hijos, pero lo bueno le duró poco y cuatro años después falleció su madre en 1935

Un año después estalló La Guerra Civil, con la grave preocupación que despertó en todos y sobre todo en las familias cuando los llamaban para ir al frente. A ella también le tocó y llego el momento en que llamaron a su marido, ella se quedó con su suegro Florentino y dos chicos pequeños. Tenía que afrontar tan semejante tragedia, -yo admiro la viveza y el instinto maternal que tiene toda mujer ¡y como instintivamente activan y doblan su energía para aumentar su capacidad en casos límite! para sacar su prole adelante- es por esto que no solamente homenajeamos a Clotilde por sus cien años cumplidos si no que realzamos su habilidad, y en ella reflejamos la habilidad de toda mujer que como ella lo han dado todo por sus hijos, sacándolos adelante. Pasar la tragedia de la guerra es vivir unas emociones entre el temor, la angustia y a no saber que pasará, si vendrá el frente y tendrás que abandonarlo todo, una incertidumbre exagerada, una sobrecarga de trabajo y de sufrimiento.

Así es que tuvieron que poner al tercio, el atajo de ovejas que tenían a uno de Ojos Negros y se quedaron con unas borregas. Con mucho esfuerzo y preocupación aun sacaba tiempo para escribir casi a diario a su marido, que de Zaragoza pasando por la Batalla del Ebro llegó a la parte de Teruel (Albentosa y Manzanera). Al final dejo de recibir correspondencia, aunque se seguían escribiendo, ninguno de los dos la recibía. Clotilde se quedaba muy preocupada por si le habría pasado algo. Hasta que un día recibió la sorpresa, una vecina le dijo que fuese con ella a Santa Bárbara, “¿pues es que a pasado Algo?” preguntaba Clotilde. “No tonta, que ya lo tienes en casa”. Todavía cuando lo cuenta le brillan los ojos de contenta y se emociona llena de satisfacción, eso denota quizás que el momento más intenso de felicidad en su vida fuera el reencuentro con su marido, pues acababa de terminar la guerra. Fue uno de los primeros en volver, como si la providencia resarciera un poco la angustia de los últimos días.

La vida continua, y la vive con mucha intensidad. La familia estaba al completo y no tardó en prosperar, hasta seis hijos y un aborto llego a tener Clotilde. Y a los pocos años nuevamente más reveses en la vida. Angelines había nacido con el corazón dañado y falleció pronto. Pilar, otra de sus niñas, vivió más pero se fatigaba y tampoco se encontraba bien. Clotilde la llevó a Zaragoza ayudada por su prima Francisca que le acompañó y le buscó uno de los mejores médicos de Zaragoza, a Demetrio Galán Bergua. Posteriormente le han dedicado una calle en esta ciudad. Pero a pesar de las múltiples visitas que realizaron, las radiografías y las pruebas diagnosticas detectaron que no se podía hacer nada por la niña, como entonces en la cirugía del corazón nadie se atrevía, al final Pilar falleció en Tordesilos. Eso si, como no había Seguridad Social tuvo que pagarse todo. Una época muy dura para una madre que había perdido sus dos hijas, sus padres y había tenido que afrontar una guerra civil con su marido en el frente.

Para postre, al poco tiempo, enferma también gravemente su marido, ella no se resigna a perderlo y lo lleva también a Zaragoza a la Clínica del Doctor Antonio Balcarrés quien le hizo una intervención quirúrgica. Clotilde permaneció 36 días en la clínica con su chico mas jovencito (Marcial) en brazos con tan solo unos meses de vida. No tenia donde reclinar la cabeza, tan solo una triste silla para sentarse y tan apenas dormía. En medio de su agotamiento resiste porque tiene una familia, al final falleció su marido, era el año 1947.

Gracias a su prima Bárbara que se quedó a cargo del resto de sus hijos, la casa, dos cerdas criaderas y otros animales. ¡Qué generosidad!. Bárbara fue para ella como su propia hermana y jamás lo olvida.

Clotilde no solo se quedo sin ahorros al pagar la operación y otros gastos médicos si no que también contrajo deuda. Muy apenada pensó en vender las ovejas para pagar, pero su tío Mariano le dijo: “no vendas yo te dejaré el dinero sin interés y ya me lo devolverás cuando puedas”.

Ahora Clotilde se queda viuda, cuatro hijos y el abuelo ya muy mayor. Raimundo cuenta con tan solo 15 años y hasta entonces había ido algún año pastor pero ahora tiene que suplir a su padre y coger la esteba, pasando las peripecias que hemos pasado cualquier aprendiz pero este con el agravante de que no puede contar con su padre que le enseñe o le vaya orientando. Eleuterio tiene entonces que coger el garrote y José Antonio (Pepe) con el cuidado de los corderos. Entre todos como pueden deciden llevar todo hacia adelante, van pagando lo que pueden y unos años después Clotilde se resarce de todas sus deudas.

Los hijos crecen y todo vuelve a la normalidad. Sus hijos empiezan a casarse y algunos emigran y Clotilde va avanzando en edad, pero ella no vive la soledad, porque sus hijos se desviven por ella compartiéndolo todo como lo hizo ella. Finalmente se reparte el tiempo entre Las Minas, Zaragoza y Tordesilos, y se le ve radiante de satisfacción a Clotilde. Ella nos dice que su secreto de vivir tanto es por lo bien que se siente con sus hijos y el esmerado cuidado que le proporcionan las nueras.

Nos cuenta que todavía se acuerda cuando hicieron la carretera que va a Alustante y cuando pasó el primer coche por ella que sería el primer año que ella iba a la escuela par allá en 1916. También recuerda cuando hicieron el Camino Vecinal o carretera que une las carreteras de Tordesilos con la de Rodenas de empalme a empalme, esos cuatro Kilometros, se hicieron en el año 1935.

Clotilde es una clara evidencia de cómo con tan poco se pueda hacer tanto. Clotilde representa la familia tradicional, a la madre por excelencia, a una abuela con mucho pasado y a la vez actualizada y moderna por que le gusta leer y ponerse al día. En ella podemos identificar las virtudes que todos admiramos en nuestra propia madre, por eso Clotilde te queremos y te deseamos lo mejor.

Clotilde una madre ejemplar, con una energía colmada de estímulos positivos que le han ayudado a seguir siempre hacia adelante gracias al amor que sentía por sus hijos, compensada por la correspondencia que a la vez recibe de estos y a la aceptación y apoyo del resto de familiares, amigos, y de la gente de Tordesilos.
Desde la revista de la Asociación Cultural Amigos de Tordesilos queremos no solo felicitarla en su 100 aniversario, queremos que te sientas bien Clotilde, que disfrutes con nuestro reconocimiento al igual que tu presencia nos ha deleitado y hemos disfrutado con ella todos aquellos que hemos tenido el privilegio de haberte tenido cerca en algún momento determinado de nuestra vida. Clotilde. Disfruta de tus 100 años.

FELICIDADES Y FELICITACIONES PARA TI DE PARTE DE LA ASOCIACIÓN Y DE TODOS LOS TORDESILANOS.

Eva Sanz y Fernando Malo

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