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viernes, 30 de julio de 2010

SAN ANTONIO. UNA FIESTA EN AUGE

SAN ANTONIO - UNA FIESTA EN AUGE-

Para San Marcos seis voluntarias se proponen formar la comisión para la fiesta de San Antonio de 2010. Su programa de fiestas basado en lo habitual de los últimos años, además de conservar lo más tradicional y antiguo de esta fiesta, consigue con creces lo que se habían propuesto de facilitar a los tordesilanos y allegados a Tordesilos una agradable fiesta de San Antonio, al igual que otros fiesteros anteriores también nos dejaron un buen sabor de boca, porque todos ellos se esmeraron por conseguir lo mejor.
Yo hacía dos décadas que no venía a esta fiesta, pero estas seis mujeres, cargadas de brío, con audacia y como si fuese una cosa que hiciesen habitualmente cada día, llenaron la fiesta de entusiasmo, con su entrega, su dedicación y su buen humor, porque los voluntarios de todas las fiestas de Tordesilos son algo más que voluntad desprendida, son el centro de la gratuidad, son “todo corazón”.
La colaboración de las no fiesteras fue también muy importante para llegar al éxito. La implicación de algunos hombres también se hizo notar, si bien tenemos que incrementar el número de participantes para conseguir equipararnos a la mujer que nos ha dejado el listón muy alto en eficacia y número. Aunque la amabilidad, sencillez, dinamismo y gratitud de servicio se dio en todos los voluntarios, las mujeres como regla general se implicaron en muchas más cosas, si bien, también destacaron algunos pocos pero galantes caballeros.
El viernes se hizo la recogida de cuotas con la lista para saber el número de asistentes, la cual se prolongó el sábado hasta las 11 de la mañana.
La comida de hermandad en los bajos del bar. Mesas hasta por encima del escenario, el bajo a rebosar con los casi 200 apuntados. Las ensaladas con caldereta de tierna carne de cordero, las patatas bravas, el queso y el chorizo estaba todo tan bueno que daba la impresión que la caldereta y las patatas bravas fueran de alta cocina, como si las hubiesen hecho cocineros de alto prestigio. El agradable sabor y los aires de fiesta que se respiraban en el ambiente, las caras sonrientes con sensación de agrado, reflejaban esa armonía que las buenas fiestas dejan en el interior y lo que hace que la gente repita y vuelva.
En la sobremesa guitarras y cantares animaron más aún la fiesta. El campeonato de pelota, con participantes que vinieron de fuera, mantuvo emocionados a los espectadores, que no fueron demasiados porque la lluvia cohibió la salida al frontón.
La cena de todos juntos fue amena y animada y para después de cenar la disco móvil, ya preparada, puso en movimiento a la gente comenzando con pasodobles para los casados y continuando con las canciones modernas y roqueras para los más jóvenes que aprovechan hasta la madrugada.
Sin olvidarnos de la charanga que ameniza un tiempo prudencial, en cada día de fiesta.
El día 13, San Antonio, una banda de gaiteros animaron la fiesta ya desde por la mañana tocando primero en el bar. Posteriormente, acompañados del resto de las fiesteras y algunos otros, se dirigieron a por la capitana a su casa que junto con el capitancillo, todos juntos, al toque de misa se disponen para ir a la iglesia después de armonizar unas agradables canciones en casa de la capitana, la que aun bailó una pieza con el gaitero más flamenco y atrevido entre medias de las mesas y de los aperitivos.
En los pasacalles, camino de la iglesia, capitana y acompañantes se remeneaban al son de la música porque la alegría de la fiesta rebasaba el interior y se exteriorizaba. Ya en la Iglesia, la banda toca una canción a la salida del cura y otra antes del ofertorio, nos acompañaron en procesión y no escatimaron en nada tocando con frecuencia en el resto de los actos.
Después de la misa, nuevamente comida de hermandad. En esto cabe destacar que se tenía encargada una paella a la empresa valenciana que algunos años nos sirve para San Roque, pero cuando el sábado llamó la comisión para concretar el número de plazas, se habían echado otra cuenta y decidieron que no venían a servirnos la paella de San Antonio, es decir, se echaron atrás sin margen de tiempo para buscar a otros con el sustancial disgusto para la comisión, que tuvieron que improvisar e ir de compras. Un voluntario jubilado, cocinero de profesión, se ofreció a hacer la comida para todos. Gracias al arropamiento y buena sintonía de todos ellos y al sobreesfuerzo de las integrantes de la comisión y a la generosidad del voluntario cocinero, que con ayuda preparó unas patatas con marisco que resultaron buenísimas, tanto que hubo muchos que repitieron y al final un gran aplauso para el cocinero, que hizo la comida mientras el resto de la gente asistíamos a la misa. De esta forma se comió a buena hora que de otro modo no habría sido posible.
Después de la comida, unas cuantas canciones de los gaiteros. Se siguió la fiesta con un pasacalle de la charanga del pueblo que con tanto esmero enriquecen las fiestas. Se continuó con el bandereo en la Plaza de La Fuente y después del bandereo con una rica sopeta, que mas bien era una especie de muy rica sangría hecha a base de vino, frutas, refrescos y hielo que con su agradable sabor dejo a la gente complacida.
El personal fue aminorando, los que tenían obligaciones fueron largando y los que quedaron pudieron acabar la fiesta cenando bajo el bar todos en familia.
Ya sé que a los que suelen acudir, o acudieron a esta fiesta, no les cuento nada que ellos no sepan, pero lo narro para aquellos que haga bastante tiempo que, como yo, no acuden a esta fiesta. Y si lo cuento es porque esta fiesta, después de más de dos décadas sin venir, me dejó sorprendido y quiero compartir esta sorpresa, que no es tal para los asiduos a esta fiesta pero que por algo repiten.

Fernando Malo

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