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viernes, 27 de enero de 2012

HISTORIA DE PACAZO. PARTE IV.

Había que escribir a la familia
y a la chica que yo adoraba
a otras amistades más
con quien y relacionaba.

Teníamos camino cubierto
con vueltas y retorcidos
que nos conducía a Fuentes
para evitar el peligro.

Pero lo que pasa en la vida
todos tenemos erratas o erratos
¿quién me mandaría a mi
irme por los adelantos?

Siempre dicen que falta una.
Yo… no fui apercibido
sabiendo que al otro lado del rio
teníamos al enemigo.

Fui muy visible para ellos
y… entre tanto aprovecharon
con una ametralladora
que bien me localizaron.

Hacia un viento muy fuerte
y yendo por el recorrido
llevando el capotemanta
bien me afinaron el tiro.

A los bamboleos del capote
les sirvió de visibilidad
me acribillaron a tiros
pero no tuve novedad.

Por las cabeceras de unas fincas
había un surco de un rosal
me tiré allí a la larga
para poderme ocultar.

Seguí en aquel lugar tirado
sin moverme ni un momento
pensando que aquellos creyeran
que me habían hecho muerto.

Y así pueden creerse
con los nervios a flor de piel
lo que no había pensado antes
tuve que pensar después.

Padeciendo y vacilando
y… recurriendo al Señor
si me matan en este campo
¿quién va a ser mi auxiliador?.

Había que decidir
y salir de aquel apuro
es muy hermoso vivir
y vivir para el futuro.

Me levanté para probar
de nuevo mi valentía
pero estaban muy pendientes
sin quitar la puntería.

Era una ametralladora rusa
la que me tenía enfocada
si no fuera por mis hazañas
no habría quien me salvara.

No había más que decir
ni en mi mente más reservas
que caminar arrastrado
lo mismo que las culebras.

Próximo a quinientos metros
fui arrastras por la tierra
consiguiendo esa distancia
al resguardo de una piedra.

La piedra era monumental
creo que dos toneladas
ya… respiré aire puro
mi vida estaba salvada.

Desde allí nueva dirección
hay que seguir caminando
con el pánico en el cuerpo
yo me salvé de milagro.

Entonces cogí el camino cubierto
que antes no había hecho caso
prevenido, prevenido
prevenido por si acaso.

Refrán:
” Si piensas que por llorar
Vas a ganar lo perdido
Vuelve los pasos atrás
A la senda que has venido”

Como era y soy pesimista
y también humanitario
todo lo pensaba en mal
aunque fuera equivocado.

Que no crean mis lectores
de los corazones puros
aquello era irresistible
con los combates tan duros.

Y digo una y mil veces
si hubiera habido comprensión
¿por qué se hacían aquellas cosas
entre la misma nación?

Aquello era canallesco
hasta hermanos con hermanos
y muchos hijos con padres
empapada la conciencia.

Hasta en nuestra propia sangre.
todos tenían razón
pero razón que sobraba
se aprovechaban los mandos.

De la máxima ignorancia.
Si… cada uno en su trinchera
no hubiera sido tan indigno y vil
hubiéramos hecho desprecio
a empuñar el fusil.

Que las madres que sufren tanto
y lloran tan amargadas
buscando por las trincheras
los hijos de sus entrañas.

Si hubiera humanidad
y reinara la conciencia
subiríamos a lo alto de la cima
todos pidiendo clemencia.

Pero así íbamos pasando
y el 26 de septiembre
como ya he dicho antes
con recuerdo de aquel frente.

A las cuatro de la tarde
una bala enemiga
me cruzó por la cabeza
haciendo graves heridas.

Junto, muy junto a las sienes
de un lado a otro pasó
dejándome sin sentido
a la voluntad de Dios.

Un cabo de mi unidad
corriendo y precipitado
me llevó para el botiquín
entre sus hombros cruzado.

El médico que me curó
no se portó muy correcto
me reconoció muy mal
y dijo que había muerto.

Me tapó mis heridas
eso es muy humanitario
y tenían que llevarme
a un centro hospitalario

El jefe de mi unidad
no desconfió un momento
como era natural, mando
ya mi baja al regimiento.

En mayoría el coronel
como era justo y correcto
mandó mi baja también
a la autoridad del pueblo.

Y lo que pasa en la vida
para dar esas noticias
todo el mundo se aguantaba
a que pasaran unos días.

Desde esa primera asistencia
que recibí en campaña
me llevaron en camilla
cosa que nadie se extraña.

Así como kilómetro y medio
me llevan los camilleros
al hospital más cercano
que era el de Puentes de Ebro.

En este célebre pueblo
por cierto muy importante
la plaza sita en el centro
había una casa grande.

La tenían ocupada
el Gobierno Militar
como centro sanitario
para un pequeño hospital.

La planta baja de la casa
estaba solo destinada
para poner los cadáveres
que morían en campaña.

En el primer piso de arriba
con sus respectivas salas
se empleaba para heridos
que tenían que hacer cama.

Hay que hacer una advertencia
y volver otra vez a tras
cuando me llevaron en la camilla
al antedicho hospital.

Marchaban conmigo delante
a mitad del recorrido
disparan el quince y medio
natural del enemigo.

El proyectil que silbaba
en aquella dirección
dijeron mis conductores
no tenemos salvación.

Me dejaron en mitad del camino
para proteger su vida
la mía les habían dicho
que estaba ya total perdida.

Corrieron rápidamente
al talud de la cuneta
para poder protegerse
conmigo no hacían cuenta.

Me desprendí de la camilla
en posición algo rara
se ve que el entendimiento
escasamente aun reinaba.

Llegaron al hospital
era el fin del recorrido
hicieron saber a la dirección
lo que había sucedido.

Nos ha disparado un quince y medio
se ha echado de la camilla
con la cabeza encima de las manos
el culo alto y de rodillas.

El médico al escuchar
aquel horrible argumento
procedía sin más tardar
nuevo reconocimiento.

Observó de que mi vida
estaba muy agravada
el corazón latía flojo
respiraba, aun respiraba.

Ordenó con toda urgencia
por mi grave situación
trasladarme a Zaragoza
la capital de Aragón.

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