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jueves, 5 de agosto de 2010

LA PIEDRA DE ARENISCA, ABREVADEROS, HUELLAS DE LA HISTORIA

La piedra de arena de nuestro entorno procede de Rodenas. Éste, como su propio nombre indica (piedra de rodeno), nació a la falda de una montaña arenosa. Su emplazamiento tendría que ver con los canteros y talladores de este tipo de piedra, que verían en él un lugar ideal, para asentarse. Esta roca, más blanda a la hora de poderla trabajar, se empleaba generalmente en la construcción de sillares para esquinas, puertas, arcos, poyos ventanas, brocales, pilas, etc. Mas en Rodenas, debido a su ubicación y a la abundancia de este material, se empleo en hacer las casas, los pajares, las parideras y, de una manera muy especial, en hacer los monumentos como la Cisterna: un antiguo surtidor de agua de donde se abastecía el pueblo antes de que existiera la fuente (en la foto situada en la esquina inferior izquierda, digna de ver) y que recoge el agua de lluvia de la ladera a través de surcos labrados en la roca viva de la montaña que hay junto a ella; la primera y la segunda Iglesia; el castillo no conservado; el horno en restauración; el lavadero compuesto de grandes pilas independientes con un magnifico pozo (un conjunto que da gusto verlo), la posada y más construcciones, todo a juego en ese color rojizo del color de la piedra, un pueblo que vivió y se abasteció de esta peculiar roca.
En medio de una plaza empedrada, recientemente creada, le han hecho un monumento al “abrevadero de las ovejas”. Se trata de una fuente con una espada y, tras la fuente, pila sobre pila, unidas formando el abrevadero. La espada en la gran piedra le da un símbolo de grandeza, por la sensación de trono y por la repercusión económica que representó la ganadería en la localidad.
En el abrevadero de las Horas Darías de Tordesilos ha ocurrido justamente lo contrario. Hemos creado nuevos y hermosos abrevaderos, en el Salobral, el Laurero, la laguna y en las Horas Darías, y de este último os quiero hablar. Me contaba el buen Amparo que el abrevadero es alto y profundo y el manantial pobre, y para que pudieran beber agua las ovejas habría que llenarlo para que alcanzaran, lo cual no es posible porque se agota, la poca agua del pozo y tarda bastante tiempo en reponerse.
Efectivamente, el abrevadero tiene 20 metros de largo, 0´60 de profundidad y una media de 0´55 de ancho. Su capacidad es de más de 6000 litros de agua, con lo que harían falta para llenarlo mil calderos. Ni 200 seríamos capaces de sacar con el agua turbia habiéndose agotado el pobre manantial, pues aunque permanente mana el agua en una pequeña cantidad. Lo máximo que conseguiríamos es un nivel de 20 cm y a las reses les faltarían 40 cm de profundidad más 40 de altura, total 80 cm, para alcanzar el agua. La pregunta es: ¿así las cosas, las reses beberán o se quedarán sin beber el agua de aquí?.
Pero lo que especialmente quiero resaltar es, que a las pilas en lugar de hacérseles un homenaje como en Rodenas, aquí fueron retiradas, abandonadas al pie de la montaña como si se tratara de un vertedero. De las cinco pilas que había, la de cemento quedó desportillada y una de las de arena totalmente partida por la mitad. La desportillada y otra cayeron boca arriba, otra de lado, la otra boca abajo y así las dejaron. Gente con más sensibilidad las han vuelto boca arriba porque las llenan de agua para los pájaros. Estaba claro, las habían desechado y tirado al rincón del olvido. Y ¿qué esta pasando con la desastrosa Fuente de Celemilla, que nadie conserva?
Yo no critico ni culpo a nadie, yo sólo quiero que tomemos conciencia del letargo en que vivimos, nuestro adormecimiento nos ha hecho vivir en la inopia, en no darnos cuenta de los atentados que hemos venido cometiendo a los detalles de nuestra propia historia. Amparo me recordaba como a la edad de 10 años ya se dejaba la escuela para comenzar a guardar sus 30 u 40 ovejas de la casa. Había así pues muchos atajillos pequeños, los más mayores cuidarían más cantidad, era una forma de entrenamiento para que los chicos se curtieran y aprendieran las dificultades de la vida desde temprana edad. Continuaba diciendo: “Cuando venía un día de nieve o de lluvia, con sabañones en los pies y en las manos, calado y las ovejas sin comer, pero regresabas alegre por haber sobrevivido, y porque tu padre salía a tu encuentro y te traía ropa seca y la proposición de que al siguiente día te relevaría e iría él a las ovejas.” Así que éramos felices en medio de las dificultades, demasiadas aventuras nos podrían contar los pastores, los calderos de agua que tendrían que sacar para dar de beber a sus atajillos, no por los que sacaran de una vez si no por el número de veces que abrevaban en las pilas de los diferentes pozos. Por esto, las pilas no solamente representan el inmenso trabajo que costaba el hacerlas sino siglos y siglos de permanencia que dieron el gran servicio de dar de beber, a diario, a aves, ovejas y animalillos del campo. Estas pilas inertes recobran vida en sus siglos de trayectoria. Nuestro pueblo, igualmente agrícola y ganadero, debería no sólo conservar sino hasta homenajear las pilas de sus abrevaderos y colocarlas con estilo, lo mismo que en el Pozo del Laurero (véase foto posterior), porque nuevo y viejo abrevadero no están reñidos, y las antiguas pilas, si se desplazan, al menos que ocupen un buen lugar.
Yo aprecio a la gente de mi pueblo, a los viejos y nuevos abrevaderos y sé que no se hacen las cosas por mal hacer. Somos prácticos y nos décimos: “fuera de enredos”; pensamos: “las cosas son útiles mientras sirven, luego ¿ya para qué?. Y así nos va, como niños, sin darnos cuenta, sin plena conciencia de lo que hacemos, hemos ido borrando, enterrando, o deshaciéndonos de las huellas de nuestra historia, sin percatarnos de lo vital que es y el verdadero interés que tiene la historia para un pueblo. Un pueblo sin historia es un pueblo sin identidad. Aquél que no conoce su historia esta condenado a repetirla. Yo escribo estas líneas, no para herir a nadie, si no para ayudar a crecer en concienciación, a caer en la cuenta y que despertemos al atardecer ya que no hemos sabido despertar a tiempo. Yo mismo he vivido esta experiencia del letargo y por eso lo entiendo, pero ¡despertemos ya! porque ¿tenemos plena conciencia de lo que hemos hecho con las huellas del pasado?.
Estas son las pilas del Lavadero Viejo. ¿Qué hemos hecho con nuestros lavaderos, con la necrópolis o el cementerio viejo de los Celtíberos en las Alegas Altas, con el Silo enterrado de Los Casares después de descubierto sin tomar datos? ¿Qué hacemos con la galería que hay hacia la Iglesia? Todo nos da miedo que salga a la luz, ¿miedo a qué? ¿A qué se hagan estudios arqueológicos? En Zaragoza salieron en medio del Paseo de la independencia, se hicieron excavaciones, se tomaron fotos, muestras, notas y se volvieron a enterrar, y la gente sigue paseando por ahí pero ahora sabiendo más de su historia, de sus antepasados y de la ubicación de éstos. Para la historia, lo interesante es documentar para que los hechos verídicos se den como ciertos y no se pierdan entre dichos que, al final, no se sabe si son o no verdad y que acaban desapareciendo, borrándose así la historia sin más.
Ya no tenemos la Fuente de El Moro, la Parcelaria puso en manos privadas una fuente que pertenecía al ayuntamiento. Yacía justo bajo el camino, brotaba el agua a ras de tierra y se podía beber a morro; no se veía nunca seca y su nombre testificaba que en sus proximidades habían habitado los árabes pues, a falta de escritos, su propio nombre, es un dato revelante. La ausencia de pastores que la cuidaban, la idea de hacer en su lugar un pozo, hizo desaparecer el manantial original, y el encanto de una poza somera donde se podían observar las burbujas del pequeño pero permanente manantial.
Algo similar podemos decir de la arboleda y los pozos del Pozo Lloro o del Loro que desaparecieron con La Parcelaria al igual que el Pozo del Prado de La Matanza.
Los bailes que se echaron en la Lonja nuestros mayores, empedrada de grande piedras de arena como los poyos que bordeaban la pared en el interior, local que se empleo para hacer el primer teleclub, situado en el edificio del ayuntamiento donde ahora se hace el ponche de la fiesta y se hubicael patio que sube al ayuntamiento. Algo idéntico le ocurrió al Horno Público, que en su ubicación está construido el actual bar, pero ¿hay alguien que conserve alguna foto de este Horno? En ese caso que se ponga en contacto conmigo, porque yo quiero dejar constancia escrita, de estos legados, para que nuestra historia siga viva en Tordesilos.
(Fernando Malo).

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